Testigo de una gran historia encerrada en sus muros, la humedad ancestral habla del tiempo acumulado en sus pasillos. La naturaleza que la rodea no hace más que confirmar la belleza de esta gran hacienda que, a pesar del paso de los años, aún conserva su encanto colonial y su majestuosidad. Sus paredes, sus arcos, sus balcones nos transportan en el tiempo y por un instante nos hace olvidar el presente para descubrir la grandeza de nuestro Umán. Sus jardines emulan un edén decorado con añejos árboles que brindan agradable sombra y frescura a todo el lugar. Una vez que visitas la Hacienda Tanil, se queda contigo, en tu mente y en tus mejores recuerdos.
Los pocos datos históricos con los que se cuentan sugieren que esta sería una de las haciendas más antiguas de Umán. Del primer propietario del cual se tuvo información fue Diego Solís Osorio, quien fuera alcalde ordinario de Mérida en los periodos de 1607 y 1620. Este a su vez fue hijo de Francisco de Solís, Gobernador y Capitán General de la entonces Provincia de Yucatán. Diego, contrajo nupcias con la Sra. Catalina de Arellano y Montejo, este matrimonio le convirtió en nieto político de Francisco de Montejo “El adelantado” y de la Sra. Andrea de Castillo. Esto seguramente hizo que esta hacienda fuera visitada por personajes de la Conquista Española.
Sus propietarios en la era moderna han sido la Sra. Mercedes Zapata quien posteriormente puso la propiedad en venta para ser adquirida por Don Alejandro Molina Lama. Con el fallecimiento de Don Alejandro, la hacienda queda en manos de su esposa, la Señora Rosa María Paz González. Esto ha fundado una tradición familiar de amor y respeto por la hacienda y su historia, quedando esto demostrado al ser actualmente sus hijos quienes se encargan de mantener la Hacienda en impecables condiciones. El propietario más reciente es el Señor Jorge Carlos Molina Paz.
La evidencia lo dice todo. Su cuarto de máquinas, intacto, devela un escenario que da la bienvenida a sus visitantes y, en silencio, cuenta su historia. Por otra parte, sus corrales y caballerizas siguen de pie, como lo han estado en los últimos siglos. Sus canales de riego, cobijados por la naturaleza, siguen indicándonos la extensión del terreno que alguna vez irrigaron. Tanil, fue primero una hacienda ganadera y posteriormente albergó gran producción henequenera. En el presente, puede observarse la construcción original del cuarto de máquinas, con sus rieles, plataformas y andamios de madera. Esta producción dio empleo y un modo de vivir a muchos de sus habitantes.
Los desniveles son parte de la hacienda. Como solemne guardián de la entrada, encontraremos la imponente chimenea. Posteriormente iremos subiendo poco a poco, a medida que recorremos sus hermosas habitaciones, una de las cuales, conserva intactos rasgos de arquitectura francesa. Seguimos subiendo hasta llegar a la cima, desde la cual, puede visualizarse todo el complejo. En la cima, se encuentra una capilla que tiene como patrono a San Juan Bautista, que aún en nuestros días es empleada por los habitantes de la hacienda cuando se celebran las fiestas populares en honor al Patrono.
Estos desniveles en las construcciones hacen pensar que probablemente, esta hacienda fue edificada sobre algún basamento maya, existente desde antes de la conquista, ya que esto ha sido comentado en diferentes ocasiones por historiadores e investigadores del tema.
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